INTRODUCCIÓN
Durante la llegada de las Hermanas Misioneras Dominicas del
Rosario la historia y contexto social de aquel entonces eran críticos
paradójicamente, puesto que pese a ser uno de los momentos más estables
económicamente por los peruanos, debido al denominado “Boom del Caucho”,
existían una cara de la moneda que muy pocos se tomaban el tiempo de analizar o
indagar, hasta la iniciativa De Fray. Ramón Zubieta y Les, cuyo ideal misionero
le hizo comprometerse con las duras vivencias que atravesaban los pueblos
amazónicos, a causa de la fiebre del caucho, pues estos eran sometidos a
trabajos forzosos, explotaciones y maltratos de los hacendados, igualmente la
situación de la mujer siendo la más grave por el machismo, fue uno de los
pilares que impulso a Monseñor y a las Hermanas Misioneras Dominicas a llegar a
Puerto Maldonado, abriendo fronteras a su fiel misión evangelizadora.
A su llegada tuvieron muchas dificultades, sobre todo en
denunciar estos maltratos que cometían hacia el pueblo amazónico, sin embargo
las autoridades ignoraron aquellas peticiones, pese a ello lograron
fortalecer al prójimo mediante la
educación, fe y oración.
En la actualidad gracias a esta fiel labor, estas hermanas
acompañadas de Monseñor pudieron inculcar y dejar huellas de la congregación en
nuestro país durante el auge del caucho, siendo uno de los acontecimientos que
más caracteriza a la congregación.
PRESENTACIÓN
En esta monografía conocerás parte de la labor misionera de
nuestra congregación todo en el boom del caucho trajo consigo explotación de
los nativos de nuestra selva peruana, denigrando su vida, salud física y
psicológica, por ellos es los fundadores de la congregación de misioneros
dominicos del rosario formada en Maldonado se dispuso a evangelizar, apoyando
mutuamente a los nativos, al principio fue difícil, pues ver a un español
tratar de ayudarnos era algo novedoso en ese entonces, pero gracias al carisma
de nuestras hermanas estos las llegaron a querer como a la gente de su pueblo,
porque nuestras misioneras demostraban no ser vanidosas, no le temían a nada,
se arriesgaban a todo apostando por la dignidad siempre, y mucho más cuando se
trataba de la mujer quien en aquel entonces, por el machismo y muchos aspectos
mas no tenía educación, era poco valorada, sin embargo gracias a nuestra
congregación lo lograron hacer y tener nuevas formas de pensar y valorarse.
Y así como los nativos fueron educados y ayudados por nuestra
congregación, actualmente muchas niñas y adolescentes son educadas por nuestras
hermanas misioneras dominicas quienes están próximas a cumplir 100 años, pues
hace 99 años iniciaron su labor misionera y la seguirán continuando, porque
ellas siempre estarán evangelizando en aquellas situaciones donde la iglesia
más las necesite.
DEFINICIÓN y
APLICACIONES DEL
CAUCHO
El caucho es
una sustancia o producto que se encuentra en el exudado lechoso del árbol de la
goma. Esta sustancia se llama látex. Es una dispersión coloidal que se la
encuentra haciendo incisiones en la corteza del árbol de la goma (hevea
brasiliensis). Cada árbol llega a producir casi un kilo de goma al año. El
látex coagula cuando se lo somete al calor o a ciertos agentes químicos como
ácidos. El coagulo así obtenido se lo lava obteniéndose el caucho natural.
Tiene un color amarillo claro que puede variar a tonos más oscuros hasta casi
el negro.
Este caucho
natural tiene propiedades interesantes como la elasticidad. También es blando y
adhesivo. Se solubiliza en algunos solventes orgánicos.
Sin embargo,
existe un procedimiento que permite mejorar enormemente las propiedades del
caucho natural. El procedimiento se lama vulcanización. Y ha cambiado
radicalmente le forma de vida de la humanidad. Estamos hablando de las gomas
sintéticas. Ejemplos como las correas de goma indispensables para el
funcionamiento de las máquinas o las mismas ruedas, indispensables para los
automóviles que a su vez también tienen correas de goma. Muchos más ejemplos se
nos vienen a la mente. Veremos en qué consiste.
Vulcanización:
Es el proceso mediante el cual se somete al caucho natural al agregado de
azufre en distintas proporciones que pueden variar de 1 al 30%. El proceso va
acompañado del calor a una temperatura de unos 120°C.
Su descubridor
fue Charles Goodyear allá por 1844. Veremos en el siguiente cuadro las
propiedades del caucho natural y sintético para compararlos.
APLICACIONES
Por su flexibilidad, se utiliza frecuentemente
para fabricar mangueras, neumáticos y rodillos para una amplia variedad de
máquinas, desde los rodillos para escurrir la ropa hasta los instalados en las
rotativas e imprentas. Por su elasticidad se usa en varios tipos de
amortiguadores y mecanismos de las carcasas de máquinas para reducir las
vibraciones. Al ser relativamente impermeable a los gases se emplea para
fabricar mangueras de aire, globos y colchones. Su resistencia al agua y a la
mayoría de los productos químicos líquidos se aprovecha para fabricar ropa
impermeable, trajes de buceo, tubos para química y medicina, revestimientos de
tanques de almacenamiento, máquinas procesadoras y vagones aljibes para trenes.
Por su resistencia a la electricidad el caucho blando se utiliza en materiales
aislantes, guantes protectores, zapatos y mantas, y el caucho duro se usa para
las carcasas de teléfonos, piezas de aparatos de radio, medidores y otros
instrumentos eléctricos. El coeficiente de rozamiento del caucho, alto en
superficies secas y bajo en superficies húmedas, se aprovecha para correas de
transmisión y cojinetes lubricados con agua en bombas para pozos profundos.
EVOLUCIÓN DEL
CAUCHO
Como ocurre con todo material, el caucho
ha tenido su correspondiente evolución con el paso del tiempo. Si
hay que precisar su lugar de origen, podemos decir que éste ha sido América, en
especial toda la zona del sur y del norte. Allí se recolectaba continuamente
este polímero. Ciertas civilizaciones, por ejemplo, lo utilizan de manera
permanente, como el caso de la Mesoamericana. La misma ponía en
marcha un juego de pelotas de gomas, que fueron encontradas posteriormente y
que datan del año 1.600 a.C. Los Mayas, por su parte, también se recreaban con
la confección de un zapato de goma. Lo que hacían era sumergir sus pies en una
mezcla de látex sobre el cual ya hemos hecho referencia. Asimismo, el polímero
fue empleado en contextos que no estaban necesariamente ligados a los juegos,
al divertimento o la confección de ciertos elementos relacionados con la
vestimenta. Un ejemplo de la diversidad del uso la encontramos en fabricación
de tiras para poder sujetar instrumentos de piedra e instrumentos de metal a
mango realizado en madera, e incluso acolchado para todos los mangos de esos
dispositivos. En lo que respecta al perfeccionamiento de los sistemas de
tratamiento del caucho, cabe decirse que los Mesoamericanos también
contribuyeron enormemente en este aspecto.
Ellos se permitieron el desarrollo de
una serie de métodos de índole orgánico; con el podían tratar al caucho a
partir de una mezcla de látex (pero crudo) con savias y diversos jugos
extraídos de las enredaderas, como el caso de la Ipomoea Alba. En
Brasil, por mencionar otro ejemplo de evolución del tratamiento, se realizaba
una coagulación del látex en una rueda que tenía paletas de madera, las cuales
hacían girar en medio del humo producido por una hoguera. Cuando se
repetía el sumergimiento o las inmersiones, esto daba como resultado una bola
de caucho ahumado.
Al mismo tiempo, supieron utilizar el
polímero para fabricar telas hidrófugas. Posteriormente, los primeros
exponentes del polímero llegaron a Inglaterra y fue allí donde se pudo observar
que el material contribuía en demasía a la acción de borrar todos los escritos
de lápiz que se hacían sobre el papel. Este fue el origen del término inglés
“rubber”, que hace alusión, justamente, a un material frotador y por extensión,
a una goma de borrar.
En la actualidad, es posible encontrar
miles de artículos confeccionados en caucho, todos ellos para cumplir distintos
objetivos. Uno de esos usos es el
de la fabricación de neumáticos, llantas y artículos impermeables. En
este caso el material es muy requerido porque cuenta con una gran elasticidad y
resistencia tanto a los ácidos como a las sustancias alcalinas. Por otra parte,
resulta ser muy resistente al agua y es aislante de la electricidad y de la
temperatura. Otro uso que se le puede dar a este polímero – aunque no sea tan
frecuente – es el de la confección
de prendas de vestir, cuyo origen data desde 1820, donde se lo empezó a
utilizar para dar sensación de ropa con una segunda piel por debajo.
BOOM DEL
CAUCHO
La explotación del caucho, también llamado
“jebe” o shiringa por los nativos de la selva, tomó
importancia a finales del siglo XIX y significó el despertar de ciudades
amazónicas como Iquitos en Perú (en 1851 era un modesto pueblo de pescadores
con menos de 200 personas convirtiéndose, en 1900, en una pujante ciudad de 20
mil habitantes) o Manaos en Brasil.
La demanda del
comercio internacional impulsó la extracción de este recurso natural que trajo
importantes beneficios al tesoro público entre 1882 y 1912. Un nuevo mito de
“El Dorado” se elaboraba en la selva, aunque para las poblaciones de aborígenes
representó la quiebra de su organización social, de su vida económica y de sus
creencias. Esto sin contar el problema demográfico. De esta forma se escribía
una nueva página del eterno choque entre las necesidades de Occidente y el modo
de vida de los indígenas americanos.
Para el país
la explotación cauchera representó un importante, aunque violento, paso en la
ocupación, bajo criterios nacionales, del espacio amazónico. En este sentido se
exploró la Amazonía reiniciándose importantes estudios geográficos a cargo de
la Junta de Vías Fluviales, creada en 1901, que continuó a los de la Comisión
Hidrográfica que funcionara desde 1860.
Los nativos de
la selva usaban el caucho para sus juegos (hacían pelotas con él) o para
impermeabilizar bolsas. El mundo occidental comenzó a necesitarlo desde 1823
cuando Macintosh logró patentarlo para la manufactura de productos
impermeables. Más adelante, en 1839, Charles Goodyear descubrió que si el
caucho se mezclaba con azufre y se calentaba se obtenía un producto más fuerte,
elástico y resistente tanto al frío como al calor.
A raíz de ese
descubrimiento, el “vulcanizado”, la producción del caucho en Brasil, por esos
años el primer productor mundial, se incrementó notablemente para subir de 338
toneladas en 1840 a 2,673 en 1860. A finales de siglo, el caucho se convirtió
en un producto imprescindible para la industria automotriz cuando, en 1888, se
patentó el procedimiento para fabricar llantas inflables.
El auge
cauchero atrajo a la amazonía a numerosos migrantes que trabajaron en su
explotación (como los casi míticos Carlos Fermín Fitzcarrald o Julio César
Arana) y en los servicios vinculados a la misma.
Como cualquier
industria extractiva, no consideraba útil la conservación del medio ecológico
ni la del árbol productor del jebe, pues se pensaba que el recurso era
inagotable (como antes parecía serlo el guano). De esta manera, los árboles
eran talados indiscriminadamente y los caucheros pronto se ganaron una
siniestra fama frente a la población nativa. Eran los portadores del mal,
además de ser transmisores de enfermedades, como el tifus o la malaria, que
diezmaron seriamente a la población nativa. Se calcula que unos 40 mil nativos
murieron de estas enfermedades durante el “boom cauchero”.
Si miramos
algunas cifras, en 1897 el caucho representaba el 9.3% del total de las
exportaciones del país. En 1884 se exportaron 540,529 kilos mientras que, entre
1900 y 1905, salieron por el puerto de Iquitos más de 2 millones de kilos de
caucho por año. De otro lado, en 1900 el monto en libras esterlinas por su
exportación fue de 378,318 y en 1905 fue de casi un millón. A partir de ese
momento, le salieron competidores de otras partes del mundo. Exploradores
británicos habían exportado plantas a la India y a Ceylán donde se
desarrollaron extensas plantaciones. El precio del caucho empezó a disminuir en
el mercado. Luego aparecería el jebe sintético. La era del caucho estaba
finalizando para el país.
POBLACIÓN INDÍGENA
La explotación de gomas silvestres en el Perú apareció como
actividad económica importante cuando el Estado hacía esfuerzos para promover
la inmigración europea hacia su región amazónica, objetivo en el que había
fundado sus esperanzas para poner en valor sus recursos. No obstante, sus
afanes no fueron compensados con la inmigración masiva de colonos, ni con el
incremento substancial de la producción agropecuaria.
El auge del caucho debe haber sido considerado, tanto por el
gobierno, como por los extractores y comerciantes de entonces, como una
aparición milagrosa por la posibilidad de generar ingresos mediante el sencillo
expediente de recoger un producto del medio natural y venderlo en Europa y los
Estados Unidos (Chirif, 2009).
Un fabricante y comerciante de sombreros de la provincia de
Rioja (región de San Martín) llamado Julio César Arana, aprovechando del auge
empezó a llevar sus productos por los ríos de la selva baja. De esta manera
comenzó una carrera en el negocio de las gomas silvestres que tendría un
ascenso vertiginoso. Se inició como acopiador del producto que luego vendía a
las casas exportadoras ubicadas en Iquitos, pero antes de que terminara el
siglo XIX dio dos saltos importantes.
El primero fue consecuencia de su asociación, en 1890, con el
comerciante colombiano Juan V. Vega (Santos y Barclay, 202: 78) y, el segundo,
la fundación, en 1896, de la firma “J.C. Arana y Hermanos” (Pennano, 1988: 162)
que consolidó su posición como único habilitador en la zona del Putumayo. En
1901 fundó la firma “Arana, Larrañaga y Compañía”, en sociedad con el cauchero
colombiano Benjamín Larrañaga y, a su muerte, compró sus acciones a su hijo
Rafael Larrañaga, en 1905 (Santos y Barclay, 2002: 78-79; Pennano, 1988:
162-63).
Poco después Arana viajó a Londres para buscar capitales en
Gran Bretaña. El 27 de septiembre de 1907 creó la empresa “Peruvian Amazon
Rubber Company”, con un capital de un millón de libras esterlinas. Su intención
por constituir a su empresa como británica, además de captar nuevos capitales,
tenía como objetivo dejar a salvo sus intereses en caso que la contienda del
territorio donde él operaba (entre el Putumayo y el Caquetá), por entonces en
disputa con Colombia, se resolviera en favor de este país.
Como ha señalado mi colega Frederica Barclay, los colombianos
hicieron lo mismo y con idéntica finalidad: asegurar sus inversiones en la zona
en caso que el territorio quedase en manos peruanas. Por eso, al mismo tiempo
que Arana registraba su empresa en Inglaterra, ellos constituyeron un sindicato
con inversionistas norteamericanos, Hnos. Selleck, sobre la base de propiedades
que el gobierno colombiano había otorgado a la empresa colombiana Cano, Coello
& Cía. Finalmente, endeudados y atemorizados por Arana, Cano y Coello
terminaron cediendo su concesión al cauchero peruano (Barclay, 2012).
Frederica Barclay también ha señalado que, en este juego de
intereses económico, encubierto por discursos patrióticos y de defensa de las
fronteras, “Arana no tuvo reparos en asociarse con otros inversionistas y políticos
colombianos como el diplomático Enrique Cortés, que en 1907 era Ministro
Plenipotenciario de Colombia en Washington, quien no solo era su agente
comercial en Londres, sino que fue socio fundador de la Peruvian Amazon Co.”.La
obtención de mano de obra para trabajar en la empresa era un tema central. Para
resolverlo Arana encargó a su socio Abel Alarco que viajara a la isla caribeña
de Barbados para conseguir gente. Allí recluto cerca de 200 barbadenses para
supervisar la recolección de gomas (Gray, 2005). Los extractores directos
fueron indígenas de la región, en especial, boras, huitotos, ocainas, andoques
y resígaros. El sistema de trabajo se basada en la habilitación, es decir, en
la entrega de productos industriales a los indígenas que ellos debían pagar con
gomas. Como la relación de intercambio era asimétrica, en tanto que los precios
de los productos entregados a los indígenas estaban sobrevaluados mientras que
el valor de aquéllos con los cuales estos los pagaban estaba subvaluados, las
“deudas” se fueron haciendo impagables. Los indígenas que mostraban su
disconformidad con el sistema comenzaron a ser castigados y los que osaron
rebelarse fueron bárbaramente asesinados. Como los jefes de estaciones gomeras
ganaban un porcentaje sobre el caucho recolectado, ellos impusieron condiciones
cada vez más duras a los indígenas. La situación llegó a convertirse en un
verdadero régimen de terror, con castigos físicos (uso del cepo, flagelaciones,
mutilaciones) que causaron miles de muertes.
Los cálculos de Arana para convertir su empresa en británica
le salieron mal. No solo no le sirvieron para salvar sus intereses en la región
sino que, debido a que las denuncias comprometían, a la vez, a una empresa
registrada en Londres y a súbditos británicos, como eran los barbadenses,
el Parlamento Británico ordenó una investigación.
La historia que sigue es el proceso de investigación ordenado
por el Parlamento Británico y también por el gobierno peruano. Del primero dan
cuenta los informes elaborados por Roger Casement (2012) y, sobre el segundo,
los redactados por los jueces peruanos Valcárcel (2004) y Paredes (2010). Estos
dos jueces son figuras que actuaron con valentía y dignidad en un proceso lleno
de mentiras y amenazas de los caucheros. Sin embargo, nunca se llegó a
sancionar a ninguno de los implicados en las atrocidades del Putumayo, quienes
huyeron antes de ser capturados. Arana quedó como una persona “que no sabía” lo
que pasaba en la región y es aún hoy considerado por muchos en el Perú como una
especie de héroe civilizador y patriota defensor de la frontera.
La salvación para los indígenas de la región fue la pérdida
de interés del mercado mundial por las gomas naturales. Este hecho no se debió,
sin embargo, a las investigaciones que se iniciaron para determinar la
responsabilidad de los gerentes y capataces de la empresa en las torturas y
asesinatos de indígenas. La verdadera causa de la caída del precio de las gomas
fue la entrada en producción de las plantaciones que Gran Bretaña había
establecido en sus colonias del sudeste asiático, con semillas robadas en
Santarem (Brasil) por un personaje especialmente encargado para este fin: Henry
Wickham, quien por este hecho recibió luego el título de Sir por parte de la
Corona Británica. El mayor volumen de producción ofertado por esas plantaciones
y la mayor facilidad para cosechar las gomas fueron las causas de esta caída
del precio del caucho amazónico. En efecto, en 1914 las plantaciones eran de
alrededor de 1’200.000 hectáreas y producían más caucho que los bosques
naturales. Ese año las gomas de plantación representaron el 60.4% del total
mundial, porcentaje que llegó al 89.3% en 1920 y al 93.1% en 1922 (Pennano,
1988: 117-121).
A partir de entonces, los pueblos indígenas afectados por la
explotación de las gomas silvestres serían protagonistas de nuevos procesos, en
nuevos escenarios.
EL TRASLADO DE
POBLACIÓN HACIA PERÚ
La explotación del caucho ha dejado huellas profundas en las
sociedades que fueron sometidas a trabajos forzados por los extractores. La drástica
caída demográfica ha tenido efectos contundentes en su desestructuración
social. Se calcula que al comienzo de la explotación del caucho existían en la
región del Putumayo alrededor de 50 000 personas pertenecientes a los pueblos
Huitoto, Bora, Ocaina, Resígaro y Andoque, entre los principales. Actualmente
esa población no llega a 10 000 almas (Pineda Camacho 1987: 154 y 161).
Cuando la Peruvian Amazon Company aún no terminaban de
asimilar el impacto de la caída de precios del producto en el que había basado
su prosperidad, hecho que por supuesto afectó no sólo a Perú sino a la
totalidad de países de la región amazónica(1), las pugnas que enfrentaban a
Perú con Colombia por la posesión de los territorios comprendidos entre las
márgenes izquierda del Putumayo y derecha del Caquetá, se resolvieron a favor
de éste mediante el tratado de límites Salomón-Lozano, suscrito en 1922,
durante el gobierno del presidente Augusto B. Leguía, y ratificado por el
Congreso nacional recién en 1928. Este acuerdo fue duramente criticado por una
serie de instituciones nacionales, como el Colegio de Abogados (1933), y de
personalidades, como el juez Carlos A. Valcárcel (1931), quienes, entre otras
consideraciones, cuestionaron que mediante el tratado se había entregado a Colombia
más de lo que había reclamado en un primer momento, como fue el caso del
llamado “trapecio amazónico”, donde se ubica Leticia, lo que le permitió a este
país tener acceso directo al Amazonas.
El tratado no trajo la paz sino que atizó los conflictos políticos
internos y, sobre todo, las confrontaciones armadas externas entre Perú y
Colombia de una manera mucho más intensa que las que se había dado en épocas
anteriores. El descontento nacional por la firma del acuerdo y, en general, por
la conducción política del país, se expresó en la Revolución de Arequipa, del
22 de agosto de 1930, encabezada por el coronel Luis Sánchez Cerro, quien
depuso al presidente Leguía. El Manifiesto Revolucionario avivó el sentimiento
patrio y motivó la formación de la Junta Patriótica en Loreto. El 1º de
setiembre de 1932 un grupo de civiles y miembros del Ejército residentes en
Caballococha y la misma Leticia tomaron este poblado con el fin de reintegrarlo
al dominio nacional, al igual que la totalidad del Trapecio Amazónico. Esto
encendió la chispa de una serie de enfrentamientos armados. El último de ellos
tuvo lugar en Puca Urco, aguas abajo de la desembocadura del río Algodón en el
Putumayo, en mayo de 1933. Finalmente, el 24 de mayo de 1934 ambos países
firmaron el Protocolo de Amistad y Cooperación, reconociendo los términos del
tratado Salomón-Lozano (Faura, 1964: 437-455).Anexo1
Este recuento histórico sobre los enfrentamientos entre ambos
países en la zona del Putumayo es importante para comprender el contexto en que
se produjo el traslado de la población indígena desde Colombia hasta el Perú.
Como es usual en los relatos históricos, cada fuente se refiere a los
acontecimientos desde su propia perspectiva nacional y, más concretamente,
desde sus propios intereses. Entre las cuestiones objetivas que puedo rescatar
de esas narraciones, me quiero referir ahora solo a dos de ellas: que el
traslado se produjo en medio de serios enfrentamientos armados entre los dos
países y que el interés principal fue por el control de la mano de obra
indígena.
Según diversas fuentes, en 1924, es decir, dos años después
de la firma del tratado de límites, algunos altos empleados de la Peruvian
Amazon Company comenzaron a trasladar población indígena, principalmente boras,
huitotos y ocainas, y también unos pocos resígaros y andokes sobrevivientes de
la barbarie cauchera, hacia el Perú. Los autores principales de esta
reubicación fueron los hermanos Carlos y Miguel Loayza, este último, ex jefe de
una de las sección gomera de la Peruvian Amazon Company. Ellos necesitaban mano
de obra para la producción agropecuaria y extracción de nuevos productos del
bosque que habían ido cobrando importancia económica en el mercado
internacional, como la explotación de maderas y resinas.
El traslado de la población indígena se realizó en dos
momentos. El primero de ellos fue entre 1924 y 1930. Durante ese tiempo los
Loayza establecieron fundos en la margen derecha del Putumayo en Puerto Arturo,
Nueva Colonia Indiana, Remanso, Santa Elena, Puca Urco y Boca del Algodón,
donde estuvo la sede principal de la empresa. Los enfrentamientos armados
posteriores a la toma de Leticia en 1932, dieron origen al segundo momento, en
el cual la población indígena fue llevada hacia el interior del Perú, específicamente,
al río Ampiyacu. Las personas mayores que habitan en el río Ampiyacu recuerdan
hoy este episodio tal como les fue contado por sus padres. El traslado durante
este segundo tiempo se produjo primero por río, descendiendo el Putumayo hasta
su confluencia con el Amazonas, en Brasil y, desde allí, remontándolo hasta la
boca del Ampiyacu; y después, cuando el tráfico por el río fue bloqueado por
embarcaciones colombianas, por las trochas que unen el Putumayo con el Napo y
el Ampiyacu, senderos usados tradicionalmente por la población indígena para
comunicarse y que, durante el conflicto, fueron las vías a través de las cuales
el Perú abasteció, con armas y alimentos, a sus tropas en la frontera.
En un informe fechado en 1937, Carlos y Miguel Loayza dieron
su versión de los hechos ante Víctor Arévalo, delegado del Perú ante la
comisión mixta de límites con Colombia. Ciertamente el documento está plagado
apreciaciones subjetivas, como las referencias a la “importancia para el país”
del traslado, al que califican de “patriótico empeño”, que, según ellos, era
comprendido por “la población indígena, que nacida y crecida bajo el dominio
peruano quiso seguir formando parte de nuestra nacionalidad” (citado en Paredes
Pando, 2001: 38-39). Ya en otros escritos me he referido a la manipulación del
imaginario patriótico hecho por los caucheros para justificar su lucrativa
actividad, pisoteando los más elementales derechos de los indígenas (Ver
Chirif, 2004, 2009.) A pesar de esto el documento es valioso para comprender el
proceso del traslado y la información que da concuerda bien con los relatos de
los moradores actuales.
Los hermanos Loayza dan cuenta del traslado desde Colombia
hacia la margen derecha del Putumayo y lo que este implicó en términos de
preparación previa de chacras para poder llevar, “tribu por tribu y sección por
sección, algunas casi desde el Caquetá”, a cerca de 7000 personas. Para esto se
mandó primero a gente para preparar chacras de las que se pudieran alimentar a
los que iban a llegar.
Según información de los Loayza, mediante este sistema
se trasladaron 6719 personas de diversos pueblos indígenas, principalmente del
Huitoto, y los demás de los pueblos Bora, Ocaina, Muinane y Andoque. Si sumamos
las personas trasladada con las fallecidas a causa de la explotación del caucho
durante la época de auge extractivo, podemos prever que la zona de origen de
esta población debe haber quedado despoblada. El informe de los hermanos Loayza
se refiere a esto de la siguiente manera: “El entonces Coronel Acevedo, jefe de
la Colonización Colombiana, en uno de sus viajes a su paso por ‘El Encanto’,
declaró que nada podía hacer por estar todos los brazos en territorio peruano”.
En el mismo sentido apunta una anotación de los autores de este informe, al
indicar que: “Cuando las Comisiones demarcadoras de límites llegaron al
Putumayo [no precisan fecha], la población casi en su totalidad estaba en
territorio peruano, quedando unas pocas familias en ‘La Chorrera’ y ‘El
Encanto’ (Paredes Pando, 2001: 39).
Sin embargo, Colombia no reaccionó frente a esto hasta mucho
después y dejó que progresaran los fundos establecidos por los Loayza en la
margen derecha del Putumayo. Es interesante la alusión que los autores hacen en
su informe a la “efímera duración” de las explotaciones forestales. En efecto,
para extraer la resina de los árboles de caucho los extractores tumbaban el
árbol. A diferencia de lo que sucede con los de shiringa, que eran sangrados,
la bonanza económica generada por el caucho estaba destinada a decaer si no se
encontraban otros recursos. Por esta razón, los Loayza en sus nuevos
emplazamientos comenzaron a experimentar con cultivos, señalando que en 1931
tenían 370 mil almácigos en las secciones de La Chorrera (Ibíd.: 39).
Los Loayza consideran la toma de Leticia de 1932 no como un
acto patriótico sino como un evento que les causó desgracias. Se refieren al
hecho como “la más ingrata e inesperada de las sorpresas y el más inmerecido y
funesto trastorno de nuestros trabajos y proyectos”. Señalan que ese incidente
solo sirvió para que Perú retome Leticia, pero “arruinó completamente las
labores que con tanto empeño y sacrificio se habían desarrollado en siete años
de ininterrumpido esfuerzo” (Ibíd.: 40).
A partir de entonces, los Loayza se vieron inmersos en un
conflicto que les causó cuantiosas pérdidas. Refieren con detalles las que
tuvieron en Puca Urco, abajo de la boca del Algodón, al ser invadido el fundo
por tropas colombianas, el 7 de mayo de 1933. Señalan que perdieron 160 vacas,
238 cerdos, más de 900 aves, chacras de yuca, plátano y frutas. También
refieren los estragos causados por esas tropas, tres días más tarde, al tomar
la sede principal ubicada en el río Algodón: destrucción de talleres de
carpintería, mecánica, fundición, aserradero, piladora de arroz, centrífugas de
azúcar y otras instalaciones (Ibíd.: 40-41).
Sus quejas se dirigen igualmente a las autoridades de Iquitos
(“…clamamos, rogamos por medicamentos, no se nos prestó la menos atención”) y,
por último, anuncian también su decisión de abandonar todo lo que habían hecho
en el Putumayo (“construcciones, plantaciones de café y árboles frutales, todo
en producción”), para trasladarse “en gran parte a Puca Urquillo, en el río
Ampiyacu (afluente izquierdo del Amazonas) zona de clima benigno y, sobre todo,
libre de la perjudicial vecindad y mala voluntad de los colombianos” (Ibíd.:
42). Como ya antes mencioné, una parte de la población llegó al Ampiyacu por
río y, otra, por las trochas que unen el Putumayo con el Napo y el Ampiyacu. Anexo2.
Para los Loayza el conflicto armado con Colombia que siguió a
la toma de Leticia no solo fue un desastre porque los ubicó en medio del fuego
de los dos países y destruyó sus inversiones, sino también porque les significó
que perdieran mano de obra, principalmente por dos razones. La primera es que
parte de los indígenas fueron llevados de regreso a Colombia por la Armada de
ese país, donde fueron entregados a los misioneros capuchinos quienes los
ubicaron en “El Orfanatorio” que más tarde se convirtió en el internado de La
Chorrera (Echeverri et al, 1990: 20). La segunda, es que muchos de
ellos murieron víctimas de una epidemia de sarampión llevada a la zona por
cargueros del Ejército durante el conflicto. El informe de los Loayza calcula
que esa enfermedad, que se desarrolló “con espantosa virulencia victimó el 50%
del personal que nos quedaba”.
No todos los indígenas, sin embargo, fueron a internados y
orfelinatos religiosos. El conflicto generado por la toma de Leticia abrió la
posibilidad a patrones caucheros colombianos “de reclutar como trabajadores” a
indígenas que habían huido del acoso de la empresa Peruvian Amazon Company. Uno
de estos patrones, Oliverio Cabrera, cuyos campamentos estaban en el río
Mirití, “participó activamente en la organización logística de la guerra contra
Perú. Al fin y al cabo, era uno de los más interesados en defender la soberanía
comercial de Colombia” (Echeverri et al, 1990: 20).
La capacidad de resistencia de las sociedades indígenas
afectadas por la barbarie de los caucheros es asombrosa. Tanto en Colombia como
en el Perú han recompuesto sus sociedades, constituyendo organizaciones para
luchar en la defensa de sus derechos al territorio, a la identidad y a la libre
determinación.
¿PORQUE VIAJÓ MADRE ASCENCIÓN NICOL A PUERTO MALDONADO?
Así como otros misioneros Ascensión Nicol realizó un viaje para visitar
y ayudar a los nativos. La vida en la selva era dura y estaba condicionada por sus habitantes,
por los buscadores de oro y caucheros, las temperaturas extremas o las
inclemencias de la selva. Su presencia resultaría incómoda ya que descubrirá
los abusos a los que estos grupos de nativos eran sometidos en las “correrías”
que realizan los caucheros para apresarlos y convertirlos en esclavos para el
trabajo de sus propiedades y repartirse sus mujeres.
Esta era una vieja costumbre implantada en la
montaña y estaba perseguida por leyes que se incumplían en la realidad diaria.
A los misioneros les tocaría una nueva tarea en la defensa de los nativos,
enviando memoriales a las autoridades denunciando los abusos y proponiendo
soluciones. La zona estaba demasiado alejada para que las medidas tomadas
tuvieran fuerza y la justicia pudiera triunfar.
Madre Ascensión, desde el primer momento se acercó al pueblo, visitaba a
los enfermos y enseñaba a las mujeres el cuidado de la casa. Cariñosamente las
instruía y las instaba a enviar a sus hijas a la escuela. Junto a Madre
Angélica, comenzó a impartir clases a las niñas indígenas. Los Maldonadinos las
respetaban. Más que eso, las admirarán. Madre Ascensión, sin pretenderlo se
atrajo las simpatías. Su inteligencia y su bondad hacían que esos hombres rudos
de la selva que habían vivido en gran desorden moral sintieran deseos de ser
mejores.
Por ello el objetivo de Madre
Ascensión Nicol era la implantación y consolidación de la Iglesia en estos
lugares apartados a través de la evangelización.
Y como parte de ello también su misión en la Selva Peruana
sería: la Evangelización integral: Promoción Humana y Social, Defensa de sus
tierras, Educación intelectual en sus diversos niveles, Fomento de las
vocaciones sacerdotales y religiosas, Desarrollo social agrícola y ganadero,
Vivienda y alimentación digna, Salubridad e higiene, Atención esmerada a los
graves problemas de salud. Todo ello era prioridad clara para su misión.
La Evangelización
supone el anuncio explícito de Jesucristo, enviado por el Padre, que viene al
mundo y nos deja su Espíritu, salvando al hombre y liberándolo del pecado
personal y social. Madre Ascensión Nicol quería ofrecer un testimonio de vida
auténticamente cristiano. De este modo se consagra a Dios y a los demás y pone
los fundamentos para edificar una iglesia local autóctona.
Liberar al hombre,
era su Vicariato, era transformar las estructuras del pecado en estructuras de
dignidad humana y cristiana, donde la fe en Jesucristo dé sentido a una
verdadera justicia social y a un auténtico desarrollo integral de la gente que
pertenecía a la Selva Peruana que eran confiadas a ella.
Una vida
cristiana, en nuestro contexto, supone una vida en condiciones de dignidad e
igualdad de derechos en el Perú. Eso era lo que Ascensión Nicol quería
conseguir tras su viaje a Puerto Maldonado.
Para ella su primer que hacer
de todos los días era seguir sus rezos, también tenía sus lecturas espirituales
e instructivas. Trabajaba en los intermedios las labores que llevaban
preparadas. Este orden lo siguió todos los días.
El rezo del Rosario era el instrumento de paz y sosiego al finalizar las duras
jornadas en la selva.
Lamentablemente en
la Selva Peruana, no se trata ya de rescatar la dignidad humana sino de
instaurarla, ya que nunca existió. Lo mismo se puede afirmar de su fe y de los
Derechos humanos.
La vida es el
principal y el único tesoro de los pobres. Los pobladores eran el objeto de
ataques internos y externos que inciden trágicamente en desnutrición, hambre y
muerte. Por eso, la defensa de la vida era esencial en su predicación cristiana
y misionera.
Pero a pesar de
ello se encontraba feliz en la misión, su «preferencia por los sencillos» le
llenaba y desbordaba. A los pocos días de llegar a Maldonado abrieron un
colegio para las niñas; poco después establecieron un internado para recibir a
las más pobres de la selva. Llegaron las primeras de la tribu Baraya,
y el internado se llenó. Se reflejó allí la situación social que se vivía en la
selva: el enfrentamiento entre nativos y caucheros. Las hermanas decidieron que
el colegio estuviera abierto a todos, pero dando preferencia a las niñas y
jóvenes indígenas.
Enseguida
empezaron a llegar enfermos graves pidiendo ayuda. Las hermanas fueron abriendo
campos de apostolado.
Madre Ascensión
encontró que Dios estaba en «el camino». Con Él dialogaba en los viajes en
barco, en mula, en canoa, al descubrir los encantos de la Cordillera de los
Andes, o encontrarse con la impresionante belleza de la selva. Sobre todo,
experimentaba el encuentro con Dios en las niñas que llegaban de la selva, lo
hallaba en los enfermos que había que atender, en las mujeres que vivían de
forma diferente a lo que ellas habían conocido.
La experiencia de Dios era tan fuerte que
exclamaba:
«No puedo explicar lo que el alma
siente... “¡Cuánto bien se hace, Madre mía en nuestras Misiones y qué cerca del
cielo se siente el alma en estas apartadas regiones! Nunca me he sentido tan
cerca de Dios como en mis dieciséis meses de montaña.”
A todo esto no les
llegaba aún la subvención del Gobierno, vivían gracias a que los pobres eran
agradecidos y les traían a veces un pescado, otra vez carne de tapir o de mono,
un racimo de plátanos, unos huevos...
RECORRIDO DE LAS HERMANAS MISIONERAS
DOMINICAS
A PUERTO MALDONADO
Para el año 1912, las novicias, Ascensión Nicol y Goñi, Sor Aurora
Ardanaz, Sor Angélica Bazán y otros misioneros más, aceptan el llamado que les
hace Monseñor Ramón Zubieta y Lés para acudir a la misión que él había
proyectado en Puerto Maldonado, siendo interpretado por estos, como un llamado
del Padre Celestial. Es así, como, tras haber realizado los trámites
necesarios, el 13 de noviembre del mismo año, junto con Ramón Zubieta,
emprenden el viaje hacia la misión, seis religiosas y cuatro dominicos. Su despida
resulta nostálgica, ofrecen el último abrazo, realizan las últimas visitas a la
capilla, lugares queridos y finalmente, tras ellas. se cierra la pesada puerta
de la clausura de su amado convento, Santa Rosa de Huesca.
Empiezan la expedición, abordando el tren que los llevará a Zaragoza,
a medida que este avanza, Huesca va quedando atrás y tras una reflexión
interna, Fray Ramón se sentía orgulloso de llevar las religiosas que le
acompañaban, pues sabía que, a pesar del miedo, su amor por el prójimo, podía
aún más. Luego de bajar del tren, el 17 de noviembre, el grupo misionero se
embarca en el vapor “Orisa” rumbo al Perú. Monseñor Zubieta, vuelve a nombrar
superiora a Madre Ascensión, tras ya haberlo hecho en Huesca y a pesar de que a
esta no le gusta el encargo, lo acepta por voluntad de Dios.
El 7 de diciembre llegaron a Montevideo, pero Monseñor al querer
procurar la mejor bienvenida a los misioneros, decide adelantarse y se separa
del grupo para continuar en ferrocarril transandino. Finalmente, el 29 de
diciembre, por la noche, los viajeros divisan las luces de El Callao, pero,
debido a que este se encontraba cerrado, tuvieron que esperar hasta el amanecer
del día siguiente, donde todos en la borda, admiraban con ilusión a la nueva patria
y entre la multitud apareció el Padre Ramón que con alegría fue al encuentro.
Al verlas, la muchedumbre empezó a aplaudir a las españolas, incluso, algunas
terciarias dominicas habían ofrecido sus coches para que los misioneros se
trasladen al Santuario de Santa Rosa. Fue al llegar a este Santuario, donde
empiezan las emociones de lo que sería un largo viaje, están cerca del cuerpo
de “La rosa más bella del Perú” y es ahí, donde deciden acogerla como la
patrona que las cuidará. Tras realizarse la misa de bienvenida, las hermanas se
dirigen a los que sería su nueva casa.
A los viajeros se les destina el Beaterío de Nuestra Señora del
Patrocinio, lugar que había sido edificado, donde en el siglo XVII vivía San
Juan Masías, antes de ingresar a la Orden de Predicadores, éste, había perdido
su esplendor por ello el 31 de diciembre de 1912 se firma el acuerdo que
establece que las hermanas serán las encargadas de realzar el beaterío como se
cita a continuación: “Las M.M Españolas que han de venir con
destino al Madre de Dios en este convento, para que en él implanten la nueva
regla y establezcan el noviciado de la Congregación”. Es así, como en vigor de la Regla y
Constituciones de Santa Rosa de Huesca, lo que suponía implantar la clausura y
M. Ascensión es nombrada Priora de la nueva comunidad.
Tras estas reformas y ya el tiempo transcurrido, el Padre Zubieta,
pensaba viajar a Puerto Maldonado con la intención de preparar el viaje hacia
la misión, pero, la trágica situación del país, tras el golpe de Estado al
Presidente Billinghurst pone en suspenso el presupuesto del país, por lo
consiguiente, también el de las misiones y es imposible financiar la
expedición, incluso, el Beaterío sobrepasa por crisis económica, por lo que las
hermanas se ven forzadas a hacer labores para vender afuera. Así transcurren
dieciocho meses en el Beaterío, a la espera de que la situación mejore y así
poder enrumbar a la misión.
Después de todo este tiempo, el Vicario de las Misiones, Padre José
Pío Aza O. P, que se encontraba en Puerto Maldonado, enfermó y tuvo que
dirigirse a Arequipa para atenderse, por lo que, aprovechó la misión para
desplazarse a Lima y hablar con su superior e informó con gran entusiasmo que
ya había conseguido un edificio en Maldonado, que serviría de posada a las
hermanas y además, se ofreció como guía de la expedición, dispuesto a
acompañarlas y servirles pues el pueblo ya deseaba tenerlas ahí, Monseñor
Zubieta, aceptó la propuesta y aunque no contaban con medios económicos, sabían
que Dios Proveería, por su parte él se quedaría en Lima hasta esperar que se
regularice el cobro de la subvención de las Misiones.
Después de un exhausto estudio, por fin, se constituye la expedición
conformada por El Padre Pío Aza, Fray Lorenzo Martín, Madre Ascensión Nicol a
quien por ser madre superiora correspondía abrir camino y dar la pauta, la
infatigable e insustituible, hermana de obediencia, Aurora Ardanaz y Angélica
Bazán, que desde un comienzo mostró sus deseos de acudir a la misión. Según el
Padre Osende refiere que la noticia de que “Las
misioneritas” iniciarían la expedición, recorrió todo Lima y este mismo,
nos narra lo siguiente: “No es fácil describir la sorpresa y
admiración que este hecho despertó entonces en el Perú. Era la primera vez en
su historia que se realizaba semejante expedición a las regiones fabulosas del
Oriente. Hasta entonces las expediciones eran empresa de hombres aguerridos,
exploradores audaces, capitanes valientes y, sobre todo, de intrépidos
misioneros. Pero con resultados tan trágicos, que pocos lograban la dicha de
poder contarlo. ¡Y pensar que ahora iban a realizar su hazaña unas débiles y
humildes religiosas! Así no faltaron quienes tacharon esto más de imprudencia,
de temeridad, y de locura. Las mismas gentes compasivas de la sierra, al verlas
atravesar los Andes, intentaban disuadirlas de sus propósitos, pintándoles los
peligros que les esperaban con los más negros colores y diciéndoles que el
camino no tenía vuelta para ellas”.
Nuevamente, emprenden un nuevo viaje, pero este será el definitivo, el
16 de junio de 1915 la expedición salió de Lima, para este año, Madre Ascensión
ya tenía cuarenta y siete años y antes de los cuarenta y cinco, no había salido
de la clausura de Huesca, por lo que era sorprendente que asimilara tan bien
los barcos, mulas y canoas de este duro viaje, haciendo todo esto para dar a
Cristo cuanto le pidiera. “El viaje felicísimo, sin duda las oraciones
de las almas fervorosas nos han alcanzado esta gracia del Señor, y aun hemos
experimentado durante él grandes consuelos, sobre todo al considerar que éramos
las primeras mujeres que los recordamos tan sólo por procurar la Divina Gloria
y la salvación de estas pobre almas”.
La primera etapa del viaje comienza desde el Callao hasta Mollendo, la
cual hicieron en barco, arriesgándose al subir o bajar del barco debido al poco
calado y a la temporada en que se encontraba el mar. La segunda etapa fue desde
Mollendo hasta Arequipa, el Padre Pío Aza viendo fácil, esta parte del viaje,
decide continuar hasta Cuzco para realizar ahí algunas diligencias y preparar
el recibimiento a las hermanas, mientras estas se quedan seis días en la ciudad
de Arequipa y luego, en la cuarta etapa, continúan su viaje en tren hasta
Juliaca donde les afectó un poco el frío a causa de la nieve, pero no la
considerable altura de 4.400 metros, es quí donde se hospedan en un hotel y se
encuentran con el Padre Landáburu, ya en la cuarta etapa, enrumban en tren hacia Tírapata donde se
encuentran con el Padre Pío. “A las 11 llegamos a Tírapata y aquí
encontramos al Padre Pío Aza que había llegado con la chunchita Carmen que,
como les decía en mi interior, es una niña hasta simpática, muy tratable,
trabajadora y deseosa de complacer”. Esta pequeña llamada Carmen, había
sido buscada por el Padre para que ayudara a las Hermanas en lo que se les
ofreciera. A continuación, la cuarta etapa abarca desde Tírapata hasta Crucero,
en esta parte, el recorrido empezaba a tornarse complicado, pero, para evitar
el cansancio, el Padre Pío, logra conseguirles asientos en el coche de la
Compañía Inca Rubber y así se libran de tres jornadas de cabalgata y de la
terrible ascensión al cerro Aricona, donde se temía se produzca el soroche que
a tantas personas había quitado la vida. “Descansamos en Crucero… aquí nos cobramos
la misa. Era 29 y no quisimos desairar a San Pedro. No tienen sacerdote y por
tanto no había hostias y aquí el apuro, pero como el amor es ingenioso, pronto
salimos de él, con dos planchas improvisamos el hostiero y aquí si se hubiera
quedado satisfecha Santa Teresa, pues al comulgar se notaba perfectamente la
presencia de Jesús, ya que, del grueso de cada una de las formas, podían
haberse sacado tres. Los pobres indios de este pueblo estaban sin saber qué les
pasaba, cuando llegamos echaron las campanas al vuelo apenas divisaron el coche
y a nuestra salida hicieron lo mismo”. En adelante, para emprender la
quinta etapa, el Padre Pío, que ya conocía los precipicios del camino, buscaba
arriesgar lo menos posible a las hermanas, pero eso se le hacía posible debido
a que se les venían los peores caminos de la montaña y de la sierra, había que
bordear enormes precipicios, atravesar senderos estrechos, vadear ríos, saltar
entre peñascos, pasar sobre puentes de tablas y cuerdas, que se asemejaban más
a un trampolín. Madre Ascensión comprendía que el camino era difícil, pero su
deseo y sacrificio le hacían parecer fácil, lo realmente difícil. “Después
de un viaje felicísimo en el que hemos experimentado de un modo particular la
protección de Dios. Caminos largos; difíciles, peligrosos, pero al mismo tiempo
llenos de encanto, tanto por la belleza de que el señor los ha adornado, y esto
más que nada, por el consuelo que proporciona la idea de ser las primeras en
recorrerlos buscando la Divina Gracia”. Ella continúa narrando el viaje
en su abundante epístolado que hoy nos permite reconstruir todas las etapas de
una reñida trayectoria. La quinta etapa se produce desde Crucero hasta
Astillero, aquel día, las esperaban las mulas que habían ido delante de ellas,
por ello, después de tomar una taza de café para calentarse, emprendieron la
marcha; primero iba Fray Lorenzo, a continuación seguían las hermanas con
Carmen y por último el Padre Pío,
formados en una fila pues el camino no permitía que vayan dos a la par, Madre
Ascensión explica: “Cuántas veces montada en mi mula, con el cuerpo adolorido del
traqueteo, llevaba esta consideración y me dirigía la pregunta: ¿Podrás decir
que has padecido algo por Dios? No me atrevía a dar contestación afirmativa,
porque me parecía que más pesaba el consuelo de padecerlo por Él que el
sufrimiento natural originado por las molestias del viaje”. Fueron seis
días de viaje por la cordillera, no se produjo ninguna caída, ni el menor
contratiempo, Madre Ascensión continuaba con su buen humor, su buen apetito con
el que despachaba admirablemente el almuerzo.
Finalmente, después de este tormentoso viaje, emprenden la sexta y
última etapa, que debe hacerse por río. El ánimo de las misioneras se apoca un
tanto al tener que arrostrar las torrentadas, cachuelas y remolinos de las
aguas del Río Tambopata, donde su medio de navegación eran canoas hechas de
tronco de árbol y que no ofrecían más seguridad que la fuerza y destreza del
propero y el cuidado de los bogas, que no siempre tenían la cabeza segura. Los
viajeros pasaban la jornada rodeados de aparatosos fardos y sentados en la
canoa, donde no siempre la pasaron bien debido a las mojaduras, los remolinos y
peligros que les acechaban continuamente, donde Madre Ascensión narra una
experiencia anecdótica: “He de contarles alguna cosa de las tres
noches que tuvimos que descansar en las playas. Tres días de canoa, por tanto,
tres noches de playa que, a pesar de presentar poco atractivos, lo pasamos muy
bien. Así que daban las cinco de la tarde, se aprovechaba la playa que se
presentaba más a propósito y ofrecía más seguridad para pasar la noche. Los
hombres que tripulaban la canoa entraban en el monte a cortar palos para armar
la carpa, encendían fuego y preparaban la cena. En una de las carpas armaban
sus catres el Padre Pío, Fray Lorenzo y el Señor Gastón y en otra, las Madres y
Carmen, así que puedo decirles que he probado de todo, reportando aquí una
ventaja en mi concepto muy importante, pues espero en Dios que después de esto,
nada se nos ha de hacer difícil.
El primer día quisimos probar la carne de mono que los hombres habían
casado, y después de cocinarlo quisimos probarlo, por ver si era pasable, para
si más adelante teníamos necesidad de acudir a él y, vamos, no lo encontramos
del todo mal, a pesar de que estos indios lo habían cocinado con piel y todo
¿Qué les parece el guiso?”
Al fin, después de todos los días de viaje, el Río Tambopata terminaba
su curso y cedía el paso a las serenas aguas del majestuoso Madre de Dios. Allí
se encontraba Puerto Maldonado, la capital del Vicariato y final de este viaje
interminable donde toda la población y las autoridades esperaban su llegada y
preparaban su bienvenida. Al llegar, los ojos de los viajeros eran buenos
vigías y pronto, observaban el gentío que desbordaba el puerto, los ¡Vivas! No
se hicieron esperar y al fin, el último golpe del remo, hizo que la cano toque
la orilla.
LABOR MISIONERA EN LA ACTUALIDAD
La
congregación de hermanas misioneras dominicas del rosario es una Congregación
con identidad Misionera, que se inserta en el corazón de los pueblos más pobres
para anunciar la Buena Noticia de Jesucristo, liberándolo de toda opresión, ya
que quieren vivir en fraternidad, insertas al interior de un pueblo,
compartiendo su vida en una comunidad en la que intentan hacer realidad los
valores del evangelio y buscando hacer posible un mundo de hermanos y hermanas,
en el que nos podamos sentar todos/as a la mesa para compartir el pan.
Las Misionera Dominica viven y comparten el
ideal común propuesto desde el inicio de la Congregación por los fundadores
Monseñor Ramón Zubieta y Beata ascensión Nicol Goñi. Ellos fueron
Misioneros que se encontraron con Cristo, y reformularon su vida en el
encuentro con los pobres. Mons. Ramón Zubieta dedicó su vida a
los nativos de la selva peruana, que vivían en extremas condiciones de pobreza
y explotación. Invitó también a las hermanas que dejando otras opciones de
vida, se dedicaron a esta misma tarea misionera. Su experiencia fue
gozosa y vivificante; y para permanecer en este camino misionero y ser
efectivos en él, M. Ascensión, como líder del grupo, inspirada por el
Espíritu, organizó a las hermanas en Congregación Misionera. Desde entonces
(1918) muchas mujeres han seguido este camino, extendiendo su acción por el
mundo.
No es una vida en
solitario, sino en grupos, en comunidades, donde se vive la fraternidad
universal y donde se encuentra el apoyo e impulso necesario en un trabajo que a
veces es difícil, conflictivo y hasta arriesgado, y donde también se comparte
el gozo, se experimenta la solidaridad, la alegría de la fiesta, el entusiasmo
del éxito.
Desde esta primera
experiencia misionera, Dios inspiró lo que se llama el CARISMA, la
dirección del Camino, evangelizar a los pobres. Partiendo de esta opción de
vida y trabajo se reformula una espiritualidad que orienta la vida de las
hermanas, y que están inspirada en el Evangelio, en la misión de Jesús que vino
a “anunciar la Buena Noticia, a proclamar la liberación a los cautivos y dar vista
a los ciegos, a poner en libertad a los oprimidos.
El origen
de esta vocación es el encuentro con Cristo, una experiencia profunda y
exigente que hace reformular la vida. La iniciativa es de Dios y por eso se da
en el momento más inesperado: “No me elegisteis vosotros a mí, fui yo quien os
elegí a vosotros”, palabras que nos dijo Jesús en el evangelio y que hoy ellas
cumplen a cabalidad
El encuentro tiene mediaciones;
Dios sale a nuestro camino y nos interpela de distintas formas: las personas y
sus necesidades, los contextos de muerte y sufrimiento, la palabra de Dios que
nos ilumina, el encuentro con una persona comprometida y cuya vida nos
interpela, una noticia, la lectura que nos presenta duras realidades
de la vida, a la que ellas están dispuesta a enfrentar por ayudar a nuestro
prójimo.
Partiendo de este encuentro surgen nuevas dimensiones en la vida; se pueden dar
diversas respuestas: la del joven rico del Evangelio, que dio la espalda a
Jesús y se fue porque tenía muchas riquezas para cuidar, o pararse, ver,
escuchar y actuar como hizo el samaritano, con los que van quedando al “borde
del camino”.
La Misionera Dominica es la
mujer que con valentía toma la decisión de desarrollar su vida y su
persona al lado de los pobres del camino, junto con el pueblo que lucha por la
vida, sufre y se alegra en los pasos que va dando para su liberación y
progreso, que desea caminar según el proyecto a que Dios nos ha llamado: ser
Hijos de Dios en una Fraternidad Universal.
Es por eso y por todas las ya mencionadas
características de una misionera es que ellas continúan evangelizando, porque
la misión no solo quedo en la llegada de las hermanas a puerto Maldonado,
siendo los siguientes algunos testimonios de sus actuales labores misioneros.
«A
ocho años de la primera marcha de los cristianos en Kinshasa, terriblemente
reprimida por la fuerzas del momento, los cristianos y todo el pueblo no han
cesado de marchar hacia la liberación, pero tampoco la represión ha cesado
tomando formas diversas.
Pero el pueblo no se
cansa a pesar de la guerra, las violaciones, el pillaje, el hambre, el paro,
las epidemias, el bloqueo internacional y el olvido... El pueblo no
deja apagar la llama de la esperanza, alimentada por su fe en Dios....
Nosotras hacemos frente a la
vida con este pueblo, unos días con valor, mucho ánimo y esperanza; otros con
interrogantes; la rabia se hace presente, con todo seguimos caminando,
manteniéndonos erguidas en este largo y duro camino hacia la luz, la liberación,
la vida...» (Comunidad de Likasi)
Desde Mozambique
«En Mozambique la emergencia continúa, y hay
que atender a las numerosas personas que perdieron todo lo que poseían...
Trabajamos conjuntamente con otras instituciones en dos frentes:
En los "campos de
emergencia" de Chokue, Macia y Chaquelane, donde están cerca de 120.000
personas en frágiles tiendas de campaña; Cáritas se ha responsabilizado de
suministrar alimentos y lo está haciendo con eficacia. Las religiosas estamos
organizadas por grupos, llevando la gestión de los campos, dando asistencia
sanitaria y nutricional, acompañando silenciosamente, como ellos, la
experiencia dolorosa de la tragedia de que han sido víctimas, y abriéndonos a
la esperanza que les anima a pesar de todo...
El segundo frente es a
medio y largo plazo; donde ya se puede, hemos comenzado el trabajo con las
familias y los responsables locales para construir dentro de lo posible, e ir
haciendo pequeñas casas con material más resistente y protector....» (Comunidad
de Mohotas)
Desde Timor
«Después
de 7 meses, recordamos la experiencia que vivimos de la guerra... Han quemado
las casas, hemos tenido que refugiarnos con la gente... El caos ha
pasado pero los daños hechos en unas semanas se tardarán años en reparar y en
reconstruir Timor Este, además de curar las experiencias traumáticas.
En Soibada, las hermanas han
sido muy valientes apoyando al pueblo, pues después del caos faltaba comida...
Una hermana ha ido tocando las puertas de las ONG solicitando ayuda y pidiendo
arroz... Ahora las hermanas están dando clases de inglés y portugués a los
niños y jóvenes para que se vayan integrando...» (Comunidad de Dili)
Y el labor misionero que aún no termina es la
de la explotación del caucho, si bien es cierto no se da como antes, de una y
otra forma sigue siendo un problema, porque muchas veces los empresarios para
llegar a sus objetivos suelen explotar a sus
trabajadores, por esta razón es que las hermanas aún siguen contemplando
este sector pues tal como Repsol, una de las grandes petroleras
de Europa, que está decidida
a convertirse también en uno de los principales productores de caucho sintético
del mundo, un producto básico para la fabricación de neumáticos, con base en el
butadieno (un derivado del petróleo). Para lograrlo, la compañía ha decidido
darle un nuevo y decidido impulso a Dynasol, la empresa mixta hispano-mexicana
fundada en 1999 (50% Repsol y 50% del grupo KUO), y a través de la cual ha
venido actuando en el mercado mundial del caucho. Los objetivos son muy
ambiciosos: entrar en la producción de caucho sintético para neumáticos de
altas prestaciones y elevar la capacidad de producción de Dynasol desde las
actuales 230.000 toneladas a las 500.000.
Teniendo en
cuenta que la producción actual de caucho sintético está sobre los 14 millones
de toneladas y que la mayor parte de los grandes fabricantes son empresas de
China, EE UU, Japón, Rusia o Alemania, Repsol se sumaría a partir de este año
al pelotón de las primerísimas empresas del sector en la UE. “Nuestro
objetivo”, asegura Ignacio Marco, director general de Dynasol, “es situarnos
entre los 10 ó 12 primeros productores de caucho sintético del mundo”. La
decisión de potenciar la compañía tiene lógica. “El 70% de todo el caucho que
se produce en el mundo, natural o sintético, va a la fabricación de neumáticos”
explica Marco. “Y, si bien no es probable que en Europa se vayan a
consumir muchos más neumáticos en los próximos años, en el resto
del mundo, sobre todo en los países emergentes, las ventas de coches y los
parques automovilísticos están creciendo a cifras de dos dígitos al año”,
añade.
Además, la empresa no va a producir caucho
sintético para neumáticos corrientes, sino para productos de alto valor
añadido, los llamados neumáticos ‘plurifuncionales”, una decisión que la
empresa adoptó ya en el plan estratégico aprobado en 2013. Toda una vuelta de
tuerca sobre la actividad habitual de Dynasol. La firma ya producía hace años
caucho para neumáticos, pero dejó de hacerlo, según explica el ejecutivo,
“porque la competencia era tan intensa que era imposible obtener una rentabilidad
adecuada”. Como resultado de esta decisión, Dynasol se dedicó a producir caucho
para otros usos: adhesivos y asfalto transformado, en el que es líder mundial.
“Es un tipo de asfalto modificado con el caucho” explica Marco, “que mejora sus
propiedades, por ejemplo la absorción de agua cuando llueve, lo que incrementa
su seguridad”.
La aprobación de una reciente normativa de la
Comisión Europea sobre ‘neumáticos verdes’ y la búsqueda constante por parte de
los fabricantes de neumáticos de productos con mejores prestaciones es también
una oportunidad para los productores de caucho sintético. La bajada de los
precios del crudo ha contribuido asimismo a hacer más atractivo este tipo de
caucho, cuyo precio también ha descendido, lo que hará que los fabricantes de
neumáticos tiendan a utilizar más sintético y menos natural.
Viéndose
De momento, Dynasol empezará su nueva
andadura con tres plantas. Una en Santander, aportada por Repsol; otra en
Altamira (México), propiedad de KUO; y la tercera en Liaoning (China),
construida por Dynasol y que se inaugurará en dos meses. También integrará
otras tres plantas ya en funcionamiento, que no solo ampliarán la capacidad
sino que aportarán tecnologías adicionales: las de Insa en Altamira (México) y
Nanjing (China), ambas de KUO, y la de General Química, de Repsol, en Miranda
de Ebro, que produce acelerantes, un aditivo químico que permite la
vulcanización (un proceso para endurecer el caucho).
La petrolera española contribuye al proyecto
con su dimensión (47.300 millones de euros de ventas en 2014) y sus capacidades
de producción e innovación en estos derivados. La aportación de KUO es también
notable. El grupo mexicano, presente en sectores como la química o los
componentes para el automóvil, está presente en más de 70 países y facturó unos
2.000 millones de dólares el año pasado. Siendo además una gran actividad económica
que si respeta las normas, cuida al medio ambiente y protege a la población es
una buena vía al desarrollo del país, en el caso de que no sea así las hermanas
intervendrían en esta labor, y si el caso de injusticias no se da en esta
empresa y si en otra de igual manera la congregación intervendría, porque esta
no le cierra las puertas de ayuda a su prójimo
CONCLUSIONES:
·
La Fiebre del Caucho constituyó una parte
importante de la historia económica y social de países con territorios
amazónicos, como Brasil, Perú, Bolivia, Colombia, Ecuador y, en menor medida,
Venezuela. Esta fiebre está relacionada con la extracción y comercialización
del caucho, debido a sus múltiples aplicaciones como la elaboración de
mangueras, neumáticos y rodillos, así mismo para una amplia variedad de
máquinas, desde los rodillos para escurrir la ropa hasta los instalados en las
rotativas e imprentas.
·
El conocido periodo “Boom del Caucho” tuvo
mayor auge en el país peruano, debido a la gran demanda que generaba este, sin
embargo, los intereses económicos violaron las libertades del pueblo amazónico
peruano, quienes deben ser sometidos a sus decisiones.
·
El principal motivo por la cual Beata
Ascensión Nicol viajó a Puerto Maldonado fue por cumplir la voluntad de Dios
como parte de su misión, humildad y sencillez de espíritu para ayudar a quienes
lo necesitaba.
·
Madre Ascensión Nicol quería la implantación y consolidación
de la Iglesia en estos lugares apartados a través de la evangelización, además
de que deseaba hacer notar el valor fundamental que tenía la mujer en todo
ámbito incluyendo a niños como parte de su misión para ser educados y
civilizados.
·
El camino que Madre Ascensión tuvo que seguir
junto con otros misioneros para llegar a Puerto Maldonado no fue nada fácil, el
atravesar los peores caminos de la montaña y de la sierra, bordear enormes
precipicios, atravesar senderos estrechos, vadear ríos, saltar entre peñascos,
pasar sobre puentes de tablas y cuerdas, que se asemejaban más a un trampolín,
hizo que nada de esto resultara
sencillo, sin embargo ninguno de los expedicionarios, mostró la actitud
de querer rendirse, por el contrario, se sentía el buen humor y sobre todo, el
espíritu de anhelar ayudar a los pobladores de esta región que tanto lo
necesitaban, especialmente por la etapa de explotación en la era del caucho.
·
Monseñor Ramón Zubieta vio en Puerto Maldonado
la necesidad de evangelizar y ayudar a estas gentes que vivían abandonadas y
sobre todo explotadas por empresarios cuyo único fin era acumular riqueza con
el trabajo de estos indígenas en la época del caucho. Las hermanas llegaron a
liberarlos de esta opresión y sobre todo dignificaron a la mujer indígena que
para ese tiempo era vulnerada y olvidada por la sociedad.
·
La Misionera Dominica es la mujer que con
valentía toma la decisión de desarrollar su vida y su persona al lado de
los pobres del camino, junto con el pueblo que lucha por la vida, sufre y se
alegra en los pasos que va dando para su liberación y progreso, que desea
caminar según el proyecto a que Dios nos ha llamado: ser Hijos de Dios en una
Fraternidad Universal. Tal como lo hicieron cuando ayudaron a los nativos y
como lo hacen ahora en sus actuales misiones, apostando por la educación de la
mujer y la liberación de aquellos pueblos que aún no la conocen.
·
La labor misionera no termino solo con la
promoción de la mujer y la ayuda a los nativos en Puerto Maldonado, su misión
continua por ello es que nuestras hermanas están atentas a los que sucede en el
mundo, teniendo siempre en una mano la biblia y en la otra el periódico para
estar informadas y poder actuar con audacia en el momento indicado, logrando
así ser una congregación que va cuesta arriba, siempre para adelante, nunca se
detiene ante los problemas y dificultades.
BIBLIOGRAFÍA:
Quimicayalgomas.com.
(2017). Propiedades del Caucho. Vulcanización. – Química y algo más.
[online] Available at:
http://www.quimicayalgomas.com/quimica-organica/hidrocarburos/propiedades-del-caucho-vulcanizacion/
Foto: E. Robuchon rodeado de indios huitotos funuñas.
Foto tomado del Libro Imaginario e imágenes de la época del caucho:
Elcomercio.pe, R. (2017).
La infeliz promesa del negocio del caucho en el Perú. [online] El Comercio.
Available at:
http://elcomercio.pe/economia/peru/infeliz-promesa-negocio-caucho-peru-180037
Penagos, J. (2017). La
República Aristocrática: el “boom” del caucho | Blog de Juan Luis Orrego
Penagos. [online] Blog.pucp.edu.pe. Available at:
http://blog.pucp.edu.pe/blog/juanluisorrego/2008/09/27/la-republica-aristocratica-el-boom-del-caucho/
Servindi.org. (2017).
Explotación del caucho y traslado de población indígena | Servindi - Servicios
de Comunicación Intercultural. [online] Available at:
https://www.servindi.org/actualidad/73555
Martín, Isabel. Beata
Ascensión Nicol Goñi, La Satan Sede.
Fernando, Barciela (2015) La fiebre del
caucho se renueva, Madrid, Economía. El país.
Cecilia Valbuena (2016) Carismas
misioneros, Madrid,Revista misioneros del tercer milenio
“AÑO
DEL BUEN SERVICIO AL CIUDADANO”
Institución
Educativa: “Sagrado Corazón de Jesús"
Tema: “El boom
del caucho y la labor misionera"
Profesor:
Edgar
Cruz
Nombre
de la estudiante:
·
Adriana Fernández Huiman
·
Angie Collazos Rodríguez
·
Paula Moran Manrique
·
Leslie Feria Zapata
Grado
y sección: 5° “B”
Nivel:
Secundario
Piura-Perú
2017
Excelente trabajo .Un gran aporte para todas aquellas personas que desean conocer sobre la historia de la Congregación y su misión con los indígenas de nuestra Amazonia peruana.
ResponderEliminar